La inteligencia artificial se esta introduciendo cada vez más en nuestras compras y comunicaciones, y también en el diseño arquitectónico. Aunque por
décadas ha amenazado a la creatividad humana, recién están emergiendo procesos artificiales que cuestionan conceptos ancestrales de las artes y
la arquitectura. Desde ayudas gráficas insertadas discretamente en los
programas de dibujo (como extender líneas o encontrar centros); pero también
recursos que analizan condiciones y sugieren alternativas de diseño. En un
proceso interactivo en que cuesta distinguir quién esta proyectando?, el usuario
o el computador, que brinda sugerencias cada vez mas pertinentes. Ambigüedad que para fascina a los jóvenes profesionales y utilizan confiadamente, pero que otros mas experimentados poco divisan o comprenden.
En la visualización (render) también han surgido ayudas para
ambientar, con tratamientos materiales y climáticos, personajes animados,
recorridos inmersivos, que se despliegan automáticamente y superan las
realidades construídas. Incorporándose a la paradoja de los video-juegos o el
arte digital que ahora se nutre del mercado electrónico y el confinamiento
de la pandemia. Pero también en el diseño inmobiliario aparecen poderosas
herramientas para resolver plantas y conjuntos residenciales (como
Architechtures) o la generación de singulares ambientes arquitectónicos
(como VQGAN+CLIP). ¿Quién esta diseñando éstos espacios? ¿Los programadores o los proyectistas
que solo controlan unas pocas variables?
La distinción fundamental de una obra creativa (respecto a un
elemento natural), es su ejecución humana. La realización por uno/a o vario/as autores,
ya sea de manera consciente o inconsciente. Reconocer y valorar la identidad
del creador ha sido un paradigma fundamental en la arquitectura, principalmente
desde el Renacimiento, glorificando a lo/as autores, como gestores autónomos e
imaginativos. Pero en realidad, todo/as dependen una formación y cultura, unas
condiciones del contexto político, económico, etc. Como también de su
reconocimiento social y profesional. Entonces lo que identificamos como
creación individual, en realidad es una condición mas bien colectiva y
circunstancial.
Lo que surge con la inteligencia artificial, es cierta
sistematización de estos mecanismos e interrelaciones previamente existentes. Su condición artificial
es operativa, y la confusión de creatividad, es mas bien aunar la
intricada combinación social de cualquier proceso creativo. La arquitectura siempre ha sido artificial, en el
sentido que manipula la naturaleza como un artificio humano. La única
diferencia con el manejo seudo-inteligente de éstos nuevos algoritmos, es
empaquetar esas condiciones colectivas, manteniendo un rol para el diseñador,
quizás mas reducido en su fase de ejecución.
Pero también se diluye la creatividad en un proyecto fuertemente
condicionado por el mercado inmobiliario o por las regulaciones urbanas, la
corrupción o la desidia. Constituyendo ciertamente una arquitectura artificial,
alejada de la creatividad natural. Entonces quizás estos mecanismos digitales
brindan una curiosa liberación, permitiendo manejar las condicionantes forzadas de la realidad y
explotar las posibilidades de diversificación e identidad. En este pantanoso
panorama de trabajo profesional y plataformas artificiales, lo que otorgan
estos recursos entonces son nuevos horizontes de creatividad.