El libro de Jill Stoner, con el título de “Arquitectura Menor”, pretende destacar la vivencia e intervenciones arquitectónicas de pequeña magnitud. Lo que se enmarca en la tendencia de las últimas décadas en arquitectura, que valoran la experiencia personal de los espacios. Desde las apreciaciones visuales de la forma y los recorridos del movimiento moderno y su interés inicial en la vivienda obrera; hasta la fenomenología, el urbanismo táctico y las atmósferas, que proliferan en el discurso urbano y arquitectónico actual. Aunque esta preocupación ha consolidado muy pocos procesos y resultados.
El libro, sustentado en una extensa trayectoria académica, trata de desmontar diversas presunciones del trabajo arquitectónico, con varias referencias literarias y filosóficas. El mito del interior, el mito del objeto, el mito del sujeto y el mito de la naturaleza, son aspectos usualmente declarados en la arquitectura, que condicionan su actividad y privilegian una magnitud y capacidad, muchas veces inaccesible para las personas, debido a que requieren la capacidad de levantar y ocupar una gran edificación (que usualmente también debilita severamente el medio-ambiente).
Con fotografías de algunos rincones urbanos o tomas de películas el libro va desarrollando un texto laborioso, que requiere haber realizado bastantes lecturas previas, para seguirlo con cierta fluidez. Aunque resuena en cada uno de nosotros la pertinencia de su enfoque. Pero resulta difícil concretarlo sino se advierten instrumentos o ejemplos al respecto (que aparentemente la autora ha cultivado en otras instancias). Un reciente proyecto de titulo, expuesto en la U. Bío-Bío por Mijail Jara (https://www.dentrodeunacasa.com/) recoge este concepto, presentando un rehabilitación doméstica. Un acupuntura residencial, como sugería el arquitecto argentino Rodolfo Livingston, en este caso con algo más de radicalidad por cuanto el autor reside en la obra y la ejecuta, ilustrando la intima comprensión y acción arquitectónica. Como una notable demostración de mejoramiento espacial en un ámbito cotidiano.
Aunque la arquitectura menor reconoce en su mismo título, estar supeditado a otra condición “mayor”. Esta escala superior sería probablemente la construcción de enormes edificios u obras urbanas. En este sentido, la designación de "menor" asume una jerarquía y una subordinación, que minimiza la vivencia personal que pretende valorar. Siendo ésta, la realidad arquitectónica para la gran mayoría de la población. Igualmente, el libro de Stoner permite reconocer y respaldar una dimensión profesional cercana, accesible y necesaria.
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