domingo, 24 de noviembre de 2013

Construyendo la abstracción


 


Campus Peñalolen de Jose Cruz Ovalle
Arquitextos, 093.01, feb. 2008

En el panorama actual de la arquitectura latinoamericana, colmada de formas simples e impactantes, destacan los complejos, pero sobrios edificios del arquitecto chileno José Cruz Ovalle. Nacido en 1948, Cruz Ovalle comenzó su formación profesional en la Pontificia Universidad Católica de Chile, pero a la mitad de la carrera se trasladó a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde egreso en 1973. Luego realizó cursos de filosofía, llegando a ser colaborador del escritor Eugenio Trias, a la vez de desarrollar un intenso trabajo como escultor en madera y metal.
A fines de los años 80 regresa a Chile, conformando sociedad con su compatriota Germán del Sol. Ambos eran amigos desde la infancia y compartieron la misma formación profesional. Se dieron a conocer al adjudicarse el Pabellón en la Feria Internacional de Sevilla de 1992, en que plantearon un volumen sinuoso de maderas laminadas que acogía el iceberg acarreado desde la Antártica, para exponer el emergente desarrollo del país.
Luego diseñaron los Hoteles Explora, establecimientos turísticos localizados en el desierto de Atacama y la agreste Patagonia, logrando notables conjuntos arquitectónicos en estos paisajes extremos, lo que respaldo su reconocimiento profesional. Estas edificaciones habían surgido de la propia iniciativa de los arquitectos, que invitaron a empresarios inversionistas, por lo que en una suerte de compromiso doble Del Sol termino asumiendo su administración, y pronto ambos arquitectos decidieron terminar su trabajo conjunto. Germán Del Sol retorno posteriormente al trabajo profesional y desarrolló varias obras y también emprendimientos turísticos personales que le valieron el Premio Nacional de Arquitectura el 2007, reconociendo siempre su formación conjunta.
El arquitecto José Cruz Ovalle es reacio a la exhibición pública, esquiva las conferencias y se rehúsa a dar clases, tomarse fotografías o publicar sus escritos, indicando que su misión es hacer arquitectura. Plantea una aproximación reflexiva al proyecto, argumentando que la arquitectura no es un azar, sino que exige una elaboración meticulosa. Por esta razón mantiene una oficina pequeña y una secuencia limitada de encargos. Se resiste a realizar obras en el centro de las ciudades, argumentando que las urbes latinoamericanas aun están por construir. Además afirma que solo después de los 40 años se puede ejercer apropiadamente la arquitectura, cuando se logra una cabal conciencia de la medida de los espacios. Su planteamiento teórico principal es la “abstracción”, que define como un alejamiento de las referencias simbólicas, para concentrarse en la comprensión espacial de la actividad y el lugar (1).
Reconoce que su principal influencia es la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso (2), a pesar de no haber estudiado en esta institución, sino por ser sobrino de su fundador Alberto Cruz Covarrubias, quién le transmitió su visión arquitectónica desde pequeño. Asegura que estudio en otras escuelas para distanciarse de su tío, pero que termino asumiendo progresivamente sus planteamientos. Aunque no ha participado de los procesos y muchas actividades de este grupo, el estilo grafico y la preparación de sus proyectos reflejan indudablemente su influjo. La Escuela de Valparaíso se ha destacado por su postura pedagógica y conceptual, pero con una escasa producción profesional (principalmente la “Ciudad Abierta”, el conjunto habitacional en que residen los profesores desde fines de los años 60), por esta razón la obra de Cruz Ovalle ha sido identificada una expresión relevante de esta postura. Aunque admite haber adquirido el rigor constructivo y estructural de los proyectos en la Escuela de Barcelona, además de su preparación filosófica y cultural en esa ciudad, defendiendo el rol de la palabra en la concepción arquitectónica, así como la exploración formal y material en la escultura, cuya dedicación conserva hasta la actualidad.
Luego de su independencia profesional a mediados de los noventa, diseño algunas viviendas particulares, instalaciones industriales y bodegas de una viña familiar, todas con estructuras y revestimientos de madera elaboradas con creatividad y cuidado (3, 4, 5). Su equipo profesional lo integran su mujer, la arquitecta catalana Ana Turrell Sanchez-Calvo, el arquitecto Juan Purcell Mena y Hernan Cruz Somavia (hijo del fundador de la Escuela de Valparaíso), además de otros colaboradores. Los últimos años han estado dedicados al Campus Peñalolen de la Universidad Adolfo Ibáñez, un conjunto de edificaciones que constituye su mayor obra edificada a la fecha. La primera obra del campus, el edificio de pregrado, le valió el principal Premio de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo del año 2004, y acaban de terminar el edificio de post-grado completando el conjunto. Recientemente han estado proyectando unos edificios residenciales en España y un hotel en Isla de Pascua.El rigor de Cruz Ovalle, en su planteamiento y ejecución de la obra arquitectónica, es indudablemente un ejemplo de dedicación profesional y atención a requerimientos primordiales del proyecto. Sin embargo, su distanciamiento de los aspectos culturales y la insistencia en visiones particulares, que omiten en particular el desarrollo del proyecto y la situación social de su quehacer, pueden generar incomprensiones sustanciales frente a los mandantes y la profesión. En todo caso, el conjunto del Campus Peñalolen constituye evidentemente una contribución señera para la arquitectura latinoamericana y una experiencia significativa para sus ocupantes cotidianos.

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