Paneles Arauco de José Cruz Ovalle y Consorcio Concepción de Enrique Browne.
Rodrigo García Alvarado, Jorge Harris Jorquera, Jessica Fuentealba Quilodrán y Rubén Muñoz Rodríguez, Depto. de Diseño y Teoría de la Arquitectura, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile.
Resumen
La formación en proyectos de arquitectura requiere plantear procedimientos
y conceptos de diseño. Con el fin de indagar estos aspectos en la
arquitectura chilena contemporánea se revisan dos obras recientes;
Paneles Arauco y Consorcio de Concepción, que permiten vislumbrar
posturas diferentes, pero una revisión común del rol creativo y teórico
del arquitecto.
Nos reunimos con José Cruz en su oficina, un día de invierno, cuando ya atardecía, poco después de visitar sus edificios para la Universidad Adolfo Ibáñez en la parte alta de Santiago. Esta obra había obtenido el primer premio de la Bienal Iberoamericana
de Arquitectura 2004, quizás la distinción mas relevante en el
continente, y el recorrido por sus enrevesados patios y pasillos había
sido sin duda una experiencia sorprendente. Lo primero que planteo Cruz al
iniciar la reunión, casi sin mediar pregunta alguna, fue arguír un enfático rechazo a la espontaneidad en el
proyecto, afirmando la reflexión y preparación de cada obra. La arquitectura no es un juego de dados, de cosas libradas al azar, indica en sus escritos. Lo que se advierte ciertamente en sus meticulosos textos y
dibujos reflexivos. Esto lo reitero durante la conversación, con un firme alegato por el pensamiento (y la
palabra) como sustento de la arquitectura, recordando su propia formación en
filosofía. Esto nos puso cómodos, a pesar de lo que había costado
concertar el encuentro, porque era el supuesto con que habíamos iniciado
este peregrinaje, y luego de la visita a sus obras, estábamos anhelantes
de conocer el camino de sus proyectos.
................................................................UAI, J.Cruz Ovalle
Esta
curiosidad indudablemente subyace siempre al ejercer la arquitectura,
desde los tiempos de estudiante en que se debe forjar una manera de
trabajar, y más aún cuando se debe enseñar a hacer proyectos, lo que
nosotros llevábamos haciendo por distintos períodos y orígenes. Esa
motivación nos condujo una investigación en el Depto.
de Arquitectura de la U.
del Bío-Bío para escudriñar la relación entre teoría y obra, que parece
difusa y escurridiza, especialmente en los tiempos actuales.
Pensando en el
desarrollo futuro de nuestros estudiantes, y buscando obras contemporáneas y locales que
hubieran recibido publicaciones o distinciones, para establecer cierta
medida de merito profesional (dentro de lo discutible que parece esto), y
considerando también que sus autores hubieran realizado algunos
escritos que permitieran contrastar sus planteamientos. Después de
varias lecturas y visitas, registrando distintas
obras recientes destacadas, quedamos finalmente de estudiar las
oficinas de Paneles Arauco de José Cruz Ovalle, y el Consorcio en
Concepción de Enrique Browne, que reúnen estas condiciones y son
indudablemente edificios notables. Revisando las publicaciones y otras
obras de sus autores, concertando entrevistas con éstos, además de
encuestas, estudios gráficos y variadas conversaciones.
......................................CONSORCIO,Concepcion, Enrique Browne
Browne
nos recibió en su oficina a mediodía, también después que habíamos
visitado varios edificios relevantes de su autoría, como el Edificio
Consorcio de Santiago y la Capilla
del Colegio Villa María. Cálido, recién llegado de un viaje a Asia,
mostraba como su propia oficina ejemplifica sus ideas de arquitectura,
acostumbrado aparentemente a dar entrevistas. Comenzó declarando sus
temas principales de búsqueda en arquitectura; la vegetación, la luz, la
geografía, los trazos reguladores, lo que explica brevemente en algunos
artículos. Pero en la visita a sus edificios en Concepción y Santiago,
lo mas impresionante había sido sin duda el recorrido por las cubiertas.
En ambos casos, los conserjes de los edificios, acostumbrados a atender curiosos
arquitectos, reservaban el asomarse a las techumbres como espectáculo final para disfrutar la vista,
el viento y la altura.
Las
visitas a las obras de Cruz habían sido menos espectaculares, todas de
difícil acceso y distantes de la ciudad. Luego nos diría en la reunión
que aun no se encontraba cómodo para proyectar obras urbanas, que
consideraba la arquitectura latinoamericana como un desafío frente
al paisaje natural, sin los precedentes culturales del continente
europeo o asiático. Afirmó que todo edificio en Latinoamérica viene
desde el cielo, mientras en Europa emerge de la tierra, del solar. Por
esto había vuelto al país después de terminar sus estudios en España.
Había iniciado su carrera de arquitectura en la U. Católica
de Santiago, en que declaró haberse matriculado para distanciarse de la
influencia de su tío Carlos Alberto Cruz. Con este arquitecto, mentor de
la Escuela
de Valparaíso, reconoce haber compartido desde pequeño en familia un
singular interés común y lo define como su ascendiente principal. A
pesar de haber culminado su carrera en la rigurosa Escuela de Barcelona,
que le otorgaría un notable dominio técnico, además de estudios de
filosofía y una persistente labor de escultor.
Browne a su vez, desarrolló toda su carrera de arquitectura en la U. Católica
de Santiago, con estudios de postgrado en Planificación Urbana en la
misma institución, y estadías en Estados Unidos, Inglaterra y Japón.
Esta inquietud académica le llevó a escribir varios artículos y
libros sobre asuntos urbanos y arquitectura latinoamericana. Además de
ser protagonista en el movimiento renovador del gremio profesional a
comienzos de los años ochenta en Santiago. Miembro del grupo fundador de
las Bienales de Arquitectura y los Seminarios de Arquitectura
Latinoamericana (SAL) que reunieron a varios arquitectos del continente,
en medio de las tendencias post-modernistas de la época. Estos
profesionales han continuado liderando el debate y buena parte de la
producción arquitectónica en la capital, aunque sin la discusión y
renovación conceptual de sus orígenes, pero otorgando indudablemente una
importante identidad gremial y una reflexión de la disciplina.
Las oficinas de Paneles Arauco, construidas en 1997 por José Cruz, no se encuentran muy al pasar. Localizadas a mas de 100 km.
al sur de Concepción, a la derecha del camino principal, y luego de
varios permisos y controles oficiales. Cuesta distinguir el pequeño
edificio al costado de anodinas bodegas industriales, pero las extrañas
ventanas y salientes de la techumbre insinúan al menos una curiosidad
constructiva. La explicación oficial de la obra (repetida en los tres libros que han publicado el edificio), comienza
argumentando la mayor libertad de diseño que permiten las oficinas
frente a las imposiciones de ingeniería que exige la planta industrial.
Una condición propia del trabajo profesional que ciertamente determina
posibilidades de proyecto. Planteando en la nave industrial sólo una
negación de la imagen comercial y una expresión rotunda del volumen
edificado. En las oficinas sostiene primeramente la intención de
equiparar la gran diferencia de dimensiones entre la fábrica y los
pequeños recintos de trabajo (lo que se advierte en un plano
general, pero rara vez se transita). En la reunión recordó
además la inmensidad del paisaje y el clima cambiante, para justificar
un edificio ensimismado interiormente. Contraponiendo esta condición del
lugar, con su vivencia personal del mediterráneo y secano, con cielos
permanentes y áridos paisajes. Aunque naturalmente ésta es una
afirmación de foráneo diseñador, los usuarios parecen agradados de esta
intensa interioridad (aunque sí reclaman algo más de luz natural), lo que
probablemente retrata la retraída actitud local.
El
edificio del Consorcio, que recibió el Premio Municipal de Arquitectura
2004, al contrario, aparece imponente en el centro de la ciudad de
Concepción, de bastante mayor altura que los edificios cercanos. Con
formas verticales suspendidas y un gran techo voladizo, cautiva la
atención del paseante que luego enfrenta la esquina vidriada en curva y
los luminosos recintos de ingreso. El planteamiento inicial de Browne
(también reiterado en distintas publicaciones), es que constituye una
edificio “rectangular y económico”, aparentemente en contraposición a
otras alternativas triangulares y mas sofisticadas que estudio durante
el proyecto. También destaca su composición neo-plástica y en particular, la conformación de un espacio urbano en conjunto con la iglesia que
enfrenta, lo que lamentablemente no se realizó. Durante el encuentro
desestimó referirse a las plantas interiores, que se advierten algo
atestadas para acomodar a muchos oficinistas, aduciendo que
correspondían a diseños a cargo de otros profesionales. Tampoco comentó
mayormente las divisiones vidriadas y halles de acceso que reflejan un
notable cuidado de terminaciones y desarrollo formal, apreciado por los
visitantes y usuarios.
El
interior de Paneles Arauco destaca por sus singulares
muros curvos y continuidades materiales, que indudablemente refiere a
los productos realizados por la empresa. A pesar que en los
planteamientos de la obra Cruz reniega de la expresión comercial del
edificio (y en base a eso fundamenta el color gris de las fachadas), los
tabiques interiores indudablemente se convierten en promotores de los
elementos fabricados por la empresa. Sostiene persistentemente la idea
de “abstraerse” de la representación comercial, de la magnitud
industrial y el entorno local, aunque ésto mismo fundamenta su diseño.
La “abstracción” parece tener un sentido mas propio y profundo en el
pensamiento de Cruz, ya que sugiere este término para titular su
antología y en la reunión enfatiza este concepto como fundamento
principal de su trabajo, desarrollando una larga explicación para
redefinir su significado. Planteando que cada oficio tiene sus propias
palabras, su lenguaje propio. También remarca, al igual que en sus
publicaciones, la condición única de cada obra (a pesar de las
evidentes similitudes formales entre éstas). Justificando un
estudio acabado y especifico del proyecto. Sostiene una dedicación
exhaustiva a la arquitectura, afirma que no se puede proyectar antes de
los cuarenta años, porque no se tiene la “experiencia de la medida”.
Plantea también que en su caso le es imposible delegar o apresurar los
trabajos, que tienen su propio tiempo y desarrollo. Por eso mantiene una
oficina pequeña y debe rechazar encargos que le solicitan con plazos
estrechos. Rechaza publicar sus escritos, dar conferencias o clases,
asumiendo que su labor de arquitecto esta propiamente en el proyecto, y
mas bien en la obra, cuando deviene un acuerdo colectivo con los obreros
y la arquitectura queda libre, “como un espectáculo”.
Browne
parece mas escéptico respecto las posturas teóricas, en la reunión
recordó que muchos grandes arquitectos prácticamente no escribieron
nada, que muchos intentos de encontrar lo esencial de las cosas son
infructuosos, y reitera que lo relevante es cuando se llega a un calce
del diseño, una indescifrable paz con el proyecto. Esta afirmación
contrasta en parte con sus publicaciones respecto a la arquitectura
latinoamericana, donde realizó nutridos registros y clasificaciones
conceptuales que contribuyeron significativamente a la historiografía
contemporánea y la difusión profesional. Cuando le recordamos estos
trabajos intentando conocer su visión actual, parece algo desencantado y
plantea que continua vigente el dilema que sugería hace mas veinte años
sobre las tensiones entre el espíritu del tiempo y espíritu del lugar.
Sin embargo se entusiasma al hablar sobre sus “búsquedas”
arquitectónicas, especialmente sobre la vegetación y la luz. Su interés
por la geografía y los trazos reguladores parecen menos atendido.
Explica con detalle los efectos de luz artificial y natural en su propia
oficina, y se advierten interesantes experimentaciones, especialmente
en la Capilla
del Colegio Villa María. A su vez, la vegetación en fachadas y espacios
intermedios que ha utilizado en viviendas y algunos edificios le han
valido una notable reputación como ejemplo de arquitectura ecológica en
el país y el continente. Especialmente por el primer edificio Consorcio
que realizo en 1982 (con Borja Huidobro) en la ciudad de Santiago a
pocas cuadras de su oficina. Logrando imprimir una novedosa imagen a un
edificio de oficinas en altura (que la compañía adopto luego como
símbolo gráfico), con colores cambiantes entre las estaciones producto
de distintas plantas ornamentales acomodadas en enrejados metálicos que
cubren las fachadas, pero que exigen bastante trabajo manual, y
contrastan con los sofisticados materiales y costosas instalaciones del
edificio. Browne se enorgullece de la vista ajardinada que se logra
desde las oficinas (y que muestra en su propio despacho). En el edificio
de Concepción volvió a utilizar esta estrategia, aunque con entramados
de madera y otras especies que no han tenido mucho crecimiento. De hecho
prácticamente no se distingue la escasa vegetación existente, aunque
las fachadas y vistas interiores quedan bien matizadas con el entramado.
Estos elementos protectores de las fachadas sobre los volúmenes de los
recintos, son particularmente explicados de manera gráfica en los
artículos que exponen la obra.
Las
publicaciones de Paneles Arauco presentan a su vez distintos croquis de
José Cruz que explican la distribución interior de las oficinas y
vistas de los pasillos. Planteando gráficamente que las salas de
reuniones se agrupan al centro con formas curvas para crear un anillo de
circulaciones que extienda las distancias recorribles. Con el fin de
equiparar la magnitud de la planta industrial y otorgar una “autonomía
del interior”. Aunque al visitarlo se advierte desde el espacio de
entrada un eje de circulaciones lineal con una iluminación final que
compite con los muros curvos y luces cenitales, sin reconocer
prontamente el recorrido perimetral. Plantea la necesidad de crear una
presencia a partir del “espesor de su vacío interno construido por la
proximidad que otorga el tacto”. Lo que fortalece con las oficinas en el
borde y los ingresos desfasados de las circulaciones. Estableciendo de
este modo una deambular que, según sus palabras, “multiplique el espacio
y cree la infinitud”. Diversos dibujos detallan los ingresos de luz por
la techumbre y las formas cóncavas y convexas de los muros, con notas
sobre sus cualidades sensibles. Este detallado estudio de la experiencia
espacial, parece arraigado en la observación fenomenológica legada por
Carlos Alberto Cruz y la Escuela
de Valparaíso. Lo que se advierte en el uso de similares bocetos
manuales (y el mismo estilo gráfico) que ha caracterizado a este grupo
(distante de los dibujos rigurosos de Barcelona o Santiago). Como
también en el sentido trascendente de la propuesta arquitectónica, que
recuerda las enfáticas declaraciones de “no cambiar la vida, sino
cambiar de vida” de la Escuela de Valparaíso. Lo que Cruz Ovalle asume con cierto cariz profético y trasfondo espiritual, sustentada en su fe religiosa.
El
trabajo de Browne parece mas vinculado a los círculos profesionales e
institucionales, en un muro de la oficina luce una treintena de portadas
de revistas de todo el mundo en que han publicado sus proyectos y
mantiene una presencia frecuente en las acciones gremiales, aunque
siempre con una postura distintiva y un grupo de trabajo reducido para
su relevante prestigio. Asegura mantener una estrecha relación con los
ingenieros especialistas y un cuidado por la elección de los materiales,
que se advierte en las obras. Sin embargo la fundamentación de haber
elegido madera y revestimientos metálicos para el Edificio de
Concepción, parece algo ligera, ya que plantea que son materiales del
lugar y nombra un par de empresas de la zona. Cuando en la reunión le
indicamos que la ciudad se caracteriza mayormente por un hormigón algo
mohoso, y que la madera y el metal son trabajados de una manera distinta
a como están utilizados en el edificio, se coloca algo incomodo. Mas
aun por su énfasis en el estudio del terreno, la cultura local y cada
proyecto como respuesta individual. Sin embargo indudablemente la modos
de utilización de esos materiales constituyen un aporte novedoso a la
ciudad y se combinan con otros detalles notables en las escaleras,
entradas de luz, soluciones estructurales, etc., que revelan su
experiencia y capacidad profesional en obras de magnitud y complejidad.
Cruz
parece indiferente a la realidad material de sus proyectos,
prácticamente no menciona las características constructivas de sus
obras. Cuando le recordamos esto, reconoce su extensa formación técnica y
dedicación a resolver las especificaciones e incluso aspectos
estructurales, por lo que le parece evidente e innecesario explicar
estos temas. Pasando por alto por ejemplo la hábil resolución
estructural de Paneles Arauco que logra la libertad interior y lucarnas
por una techumbre metálica escondida y soportada en delicados pilares
independientes. Como también la evidente condición de la madera, aunque
menciona acertadamente la situación luminosa, que logra en virtud de las
superficies “lo suavemente sombreado mas nunca lo sombrío”. En todo
caso Cruz insiste mucho en su trabajo escultórico paralelo, donde se
permite “consumar el espacio”, estudiando la forma y su sustentabilidad a
través de la experimentación directa con los materiales. Aunque reconoce
su diferencia con la arquitectura, que debe servir la vida y sujetarse a
diversas restricciones, en este sentido plantea una actitud receptiva
frente a las condiciones de cada encargo, indicando que “no hay
circunstancia desfavorable” y todas pueden recogerse en el proyecto.
Intentando
escudriñar sus referencias contemporáneas curiosamente ambos
arquitectos coinciden en los autores que mencionan. En primer lugar, las
obras de Frank Ghery como destacado ejemplo internacional, aunque con
ácidas criticas por su exotismo formal y escasa teorización,
probablemente mas como fenómeno gremial que como tendencia conceptual.
También ambos afirman admirar los edificios del portugués Alvaro Siza,
con elogiosas palabras sobre su proporción espacial y
limpieza material. Eisenman es comentado al pasar por Browne, y Cruz
afirma haber estudiado en detalle sus textos valorando su profundidad
teórica, pero que lo ve distante de la arquitectura.
Ya
es noche al terminar la entrevista con Cruz, la despedida fue larga,
deambulando en la oficina a oscuras y comentando anécdotas personales.
Salimos a la calle con la ansiedad del creador, del compromiso con la
realización, de la intima comunión con la obra. Caminando sin saber
donde ir. La reunión con Browne también culmino distendida, exponiendo
detalles de su oficina, mostrando la multitud de maquetas de sus
proyectos, presentando a sus colaboradores. A plena luz del día,
satisfechos del trabajo realizado, de la vasta producción
arquitectónica. Luego fuimos a comer a un restaurante cercano.
Conclusiones:
Esta
revisión de dos obras y posturas de dos arquitectos nacionales advierte diferentes aproximaciones y ciertas distancias entre el
pensamiento y la realización. Sin embargo en ambos casos se reconoce una
formulación detallada de los edificios, considerando diversos aspectos
que se integran en una resolución apropiada a sus condiciones, a partir
de relevantes experiencias profesionales. Lo que se aleja del apresurado
planteamiento circunstancial que se suele mencionar en las
publicaciones de las obras y en la formación de proyectos. Estableciendo
conceptos específicos de diseño, mas que divagaciones retóricas o
pragmatismos indiferentes, reconociendo una cultura y compromiso
arquitectónico en el desarrollo de los proyectos. Aunque evidentemente
con distintas direcciones de trabajo.
En
Paneles Arauco, el anonimato y curiosidad de la obra expresan cierto
desinterés por las condiciones sociales, que subyace en la postura
abstraída de Cruz. La cual se concentra en la acción sensible de las
formas y espacios, que se reconoce en este edificio, en una situación
particular (las circulaciones interiores) que impregna toda la obra.
Otorgando una coherencia general, pero también alguna aleatoriedad. Sin
embargo, la cuidadosa atención por los desplazamientos y miradas genera
una significativa experiencia espacial que recupera el sentido profundo
de la arquitectura.
En
el edificio Consorcio de Concepción el impacto de la altura y las
terminaciones novedosas parecen alejadas de los conceptos principales
pretendidos por Browne. Aunque es indudablemente la preocupación por el
lugar y la singularidad profesional que inducen estas propiedades del
edificio. Incluso la búsqueda de la vegetación en las fachadas y los
efectos de la luz, generan el tejido exterior y los deslizamientos
volumétricos, que contribuyen al desarrollo arquitectónico local.
Se
advierte en ambos voluntades particulares que favorecen la distinción
de los edificios, pero debilitan algo su ocupación. Como una necesidad
de establecer un estilo personal de proyecto, aunque se reniegue su
relevancia, pero que surge como explicación de la obra y del propio modo
de trabajo. Con divergencias y sustentado en preferencias individuales,
parece como una labor excesiva para el trabajo profesional que debe
recurrir mas a conocimientos generales que a elaboraciones especificas.
En esto se reconoce el énfasis prevaleciente en la condición creativa,
en que la situación del lugar y el encargo aparecen como mediador o
inflexión del creador. En un medio profesional impregnado de un
arrogante sentido de “autor” (proveniente del renacimiento y exacerbado
por la actual cultura de los medios), curiosamente contrapuesto con las
argumentaciones oficiales de las obras, que suelen sustentarse en
condiciones propias del sitio y programa. Con un privilegio a la
condición de proyecto mas que la obra en sí misma. En este sentido lo
mas relevante de estas posturas es su atención esmerada a condiciones
arquitectónicas sustanciales, pero cierta indiferencia a la realidad
general.
En
ambas obras se reconoce la recurrencia a materias centrales en la
definición arquitectónica, formas que establecen a condiciones
espaciales, de luz, materiales y de percepción humana. Además de
considerar inevitablemente como propios del trabajo profesional los
aspectos urbanos o de localización, climatológicos, estructurales,
funcionales, etc. Es decir, un repertorio de requerimientos
arquitectónicos, enlazados y jerarquizados, que constituye un sustrato
profesional común, interrelacionado con la individualidad del creador y
la obra.
La
esquina del Consorcio, y toda la ciudad, ha adquirido indudablemente
una nueva jerarquía, y los oficinistas han obtenido una mejor imagen
comercial y un buen lugar de trabajo que ha sido otorgado por el trabajo
del arquitecto. En Paneles se ha obtenido un ambiente agradable y
apropiado, que enorgullece y enaltece a sus ocupantes, a
partir del particular itinerario de proyecto efectuado por el
arquitecto. De modo que ambas obras y los esfuerzos de estos
profesionales reflejan una valiosa dedicación y compromiso proyectual,
que constituyen indudablemente un ejemplo de formación. En que la
personalidad creativa aparece como la expresión sublime del conocimiento
general y sentido de la disciplina.
Agradecimientos
Bibliografía:
LAMAS, Josefina; “Edificio Consorcio en Concepción: Identidad Urbana”, Revista BIT, Nº42, Mayo 2005, pg. 70-75
CS; “Green Screen”, Architectural Review, Julio 2005, pg. 77-79
AA.VV., “Edificio CNS Concepción”, Revista CA,
BROWNE, Enrique; “Casas y Escritos”, Taller América, Santiago, 1989.
BROWNE, Enrique; “Otra Arquitectura en América Latina”, Ed. Gustavo Gili, México, 1988.
CRISPIANI, Alejandro (ed.) “Aproximaciones: de la arquitectura al detalle”, “José Cruz. Fragmento, simultaneidad y totalidad”, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 2001.
LIERNUR, Francisco; “Industrias. Obras de arquitectos chilenos contemporáneos”, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 1998.
BENETT, Elizabeth y CRISPIANI, Alejandro (eds.) “José Cruz Ovalle. Hacia una nueva abstracción”, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 2004.
Publicado originalmente en Revista Interpretar Arquitetura Nº10, Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil, 2007
Publicado originalmente en Revista Interpretar Arquitetura Nº10, Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil, 2007
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