domingo, 24 de noviembre de 2013

El Discurso de la Obra



Paneles Arauco de José Cruz Ovalle y Consorcio Concepción de Enrique Browne.

Rodrigo García Alvarado, Jorge Harris Jorquera, Jessica Fuentealba Quilodrán y Rubén Muñoz Rodríguez, Depto. de Diseño y Teoría de la Arquitectura, Universidad del Bío-Bío, Concepción, Chile.
Resumen
La formación en proyectos de arquitectura requiere plantear procedimientos y conceptos de diseño. Con el fin de indagar estos aspectos en la arquitectura chilena contemporánea se revisan dos obras recientes; Paneles Arauco y Consorcio de Concepción, que permiten vislumbrar posturas diferentes, pero una revisión común del rol creativo y teórico del arquitecto.


Nos reunimos con José Cruz en su oficina, un día de invierno, cuando ya atardecía, poco después de visitar sus edificios para la Universidad Adolfo Ibáñez en la parte alta de Santiago. Esta obra había obtenido el primer premio de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura 2004, quizás la distinción mas relevante en el continente, y el recorrido por sus enrevesados patios y pasillos había sido sin duda una experiencia sorprendente. Lo primero que planteo Cruz al iniciar la reunión, casi sin mediar pregunta alguna, fue arguír un enfático rechazo a la espontaneidad en el proyecto, afirmando la reflexión y preparación de cada obra. La arquitectura no es un juego de dados, de cosas libradas al azar, indica en sus escritos. Lo que se advierte ciertamente en sus meticulosos textos y dibujos reflexivos. Esto lo reitero durante la conversación, con un firme alegato por el pensamiento (y la palabra) como sustento de la arquitectura, recordando su propia formación en filosofía. Esto nos puso cómodos, a pesar de lo que había costado concertar el encuentro, porque era el supuesto con que habíamos iniciado este peregrinaje, y luego de la visita a sus obras, estábamos anhelantes de conocer el camino de sus proyectos.
................................................................UAI, J.Cruz Ovalle
Esta curiosidad indudablemente subyace siempre al ejercer la arquitectura, desde los tiempos de estudiante en que se debe forjar una manera de trabajar, y más aún cuando se debe enseñar a hacer proyectos, lo que nosotros llevábamos haciendo por distintos períodos y orígenes. Esa motivación nos condujo una investigación en el Depto. de Arquitectura de la U. del Bío-Bío para escudriñar la relación entre teoría y obra, que parece difusa y escurridiza, especialmente en los tiempos actuales. Pensando en el desarrollo futuro de nuestros estudiantes, y buscando obras contemporáneas y locales que hubieran recibido publicaciones o distinciones, para establecer cierta medida de merito profesional (dentro de lo discutible que parece esto), y considerando también que sus autores hubieran realizado algunos escritos que permitieran contrastar sus planteamientos. Después de varias lecturas y visitas, registrando distintas obras recientes destacadas, quedamos finalmente de estudiar las oficinas de Paneles Arauco de José Cruz Ovalle, y el Consorcio en Concepción de Enrique Browne, que reúnen estas condiciones y son indudablemente edificios notables. Revisando las publicaciones y otras obras de sus autores, concertando entrevistas con éstos, además de encuestas, estudios gráficos y variadas conversaciones.
......................................CONSORCIO,Concepcion, Enrique Browne
Browne nos recibió en su oficina a mediodía, también después que habíamos visitado varios edificios relevantes de su autoría, como el Edificio Consorcio de Santiago y la Capilla del Colegio Villa María. Cálido, recién llegado de un viaje a Asia, mostraba como su propia oficina ejemplifica sus ideas de arquitectura, acostumbrado aparentemente a dar entrevistas. Comenzó declarando sus temas principales de búsqueda en arquitectura; la vegetación, la luz, la geografía, los trazos reguladores, lo que explica brevemente en algunos artículos. Pero en la visita a sus edificios en Concepción y Santiago, lo mas impresionante había sido sin duda el recorrido por las cubiertas. En ambos casos, los conserjes de los edificios, acostumbrados a atender curiosos arquitectos, reservaban el asomarse a las techumbres como espectáculo final para disfrutar la vista, el viento y la altura.
Las visitas a las obras de Cruz habían sido menos espectaculares, todas de difícil acceso y distantes de la ciudad. Luego nos diría en la reunión que aun no se encontraba cómodo para proyectar obras urbanas, que consideraba la arquitectura latinoamericana como un desafío frente al paisaje natural, sin los precedentes culturales del continente europeo o asiático. Afirmó que todo edificio en Latinoamérica viene desde el cielo, mientras en Europa emerge de la tierra, del solar. Por esto había vuelto al país después de terminar sus estudios en España. Había iniciado su carrera de arquitectura en la U. Católica de Santiago, en que declaró haberse matriculado para distanciarse de la influencia de su tío Carlos Alberto Cruz. Con este arquitecto, mentor de la Escuela de Valparaíso, reconoce haber compartido desde pequeño en familia un singular interés común y lo define como su ascendiente principal. A pesar de haber culminado su carrera en la rigurosa Escuela de Barcelona, que le otorgaría un notable dominio técnico, además de estudios de filosofía y una persistente labor de escultor.
Browne a su vez, desarrolló toda su carrera de arquitectura en la U. Católica de Santiago, con estudios de postgrado en Planificación Urbana en la misma institución, y estadías en Estados Unidos, Inglaterra y Japón. Esta inquietud académica le llevó a escribir varios artículos y libros sobre asuntos urbanos y arquitectura latinoamericana. Además de ser protagonista en el movimiento renovador del gremio profesional a comienzos de los años ochenta en Santiago. Miembro del grupo fundador de las Bienales de Arquitectura y los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL) que reunieron a varios arquitectos del continente, en medio de las tendencias post-modernistas de la época. Estos profesionales han continuado liderando el debate y buena parte de la producción arquitectónica en la capital, aunque sin la discusión y renovación conceptual de sus orígenes, pero otorgando indudablemente una importante identidad gremial y una reflexión de la disciplina.
Las oficinas de Paneles Arauco, construidas en 1997 por José Cruz, no se encuentran muy al pasar. Localizadas a mas de 100 km. al sur de Concepción, a la derecha del camino principal, y luego de varios permisos y controles oficiales. Cuesta distinguir el pequeño edificio al costado de anodinas bodegas industriales, pero las extrañas ventanas y salientes de la techumbre insinúan al menos una curiosidad constructiva. La explicación oficial de la obra (repetida en los tres libros que han publicado el edificio), comienza argumentando la mayor libertad de diseño que permiten las oficinas frente a las imposiciones de ingeniería que exige la planta industrial. Una condición propia del trabajo profesional que ciertamente determina posibilidades de proyecto. Planteando en la nave industrial sólo una negación de la imagen comercial y una expresión rotunda del volumen edificado. En las oficinas sostiene primeramente la intención de equiparar la gran diferencia de dimensiones entre la fábrica y los pequeños recintos de trabajo (lo que se advierte en un plano general, pero rara vez se transita). En la reunión recordó además la inmensidad del paisaje y el clima cambiante, para justificar un edificio ensimismado interiormente. Contraponiendo esta condición del lugar, con su vivencia personal del mediterráneo y secano, con cielos permanentes y áridos paisajes. Aunque naturalmente ésta es una afirmación de foráneo diseñador, los usuarios parecen agradados de esta intensa interioridad (aunque sí reclaman algo más de luz natural), lo que probablemente retrata la retraída actitud local.
El edificio del Consorcio, que recibió el Premio Municipal de Arquitectura 2004, al contrario, aparece imponente en el centro de la ciudad de Concepción, de bastante mayor altura que los edificios cercanos. Con formas verticales suspendidas y un gran techo voladizo, cautiva la atención del paseante que luego enfrenta la esquina vidriada en curva y los luminosos recintos de ingreso. El planteamiento inicial de Browne (también reiterado en distintas publicaciones), es que constituye una edificio “rectangular y económico”, aparentemente en contraposición a otras alternativas triangulares y mas sofisticadas que estudio durante el proyecto. También destaca su composición neo-plástica y en particular,  la conformación de un espacio urbano en conjunto con la iglesia que enfrenta, lo que lamentablemente no se realizó. Durante el encuentro desestimó referirse a las plantas interiores, que se advierten algo atestadas para acomodar a muchos oficinistas, aduciendo que correspondían a diseños a cargo de otros profesionales. Tampoco comentó mayormente las divisiones vidriadas y halles de acceso que reflejan un notable cuidado de terminaciones y desarrollo formal, apreciado por los visitantes y usuarios.
El interior de Paneles Arauco destaca por sus singulares muros curvos y continuidades materiales, que indudablemente refiere a los productos realizados por la empresa. A pesar que en los planteamientos de la obra Cruz reniega de la expresión comercial del edificio (y en base a eso fundamenta el color gris de las fachadas), los tabiques interiores indudablemente se convierten en promotores de los elementos fabricados por la empresa. Sostiene persistentemente la idea de “abstraerse” de la representación comercial, de la magnitud industrial y el entorno local, aunque ésto mismo fundamenta su diseño. La “abstracción” parece tener un sentido mas propio y profundo en el pensamiento de Cruz, ya que sugiere este término para titular su antología y en la reunión enfatiza este concepto como fundamento principal de su trabajo, desarrollando una larga explicación para redefinir su significado. Planteando que cada oficio tiene sus propias palabras, su lenguaje propio. También remarca, al igual que en sus publicaciones, la condición única de cada obra (a pesar de las evidentes similitudes formales entre éstas). Justificando un estudio acabado y especifico del proyecto. Sostiene una dedicación exhaustiva a la arquitectura, afirma que no se puede proyectar antes de los cuarenta años, porque no se tiene la “experiencia de la medida”. Plantea también que en su caso le es imposible delegar o apresurar los trabajos, que tienen su propio tiempo y desarrollo. Por eso mantiene una oficina pequeña y debe rechazar encargos que le solicitan con plazos estrechos. Rechaza publicar sus escritos, dar conferencias o clases, asumiendo que su labor de arquitecto esta propiamente en el proyecto, y mas bien en la obra, cuando deviene un acuerdo colectivo con los obreros y la arquitectura queda libre, “como un espectáculo”.
Browne parece mas escéptico respecto las posturas teóricas, en la reunión recordó que muchos grandes arquitectos prácticamente no escribieron nada, que muchos intentos de encontrar lo esencial de las cosas son infructuosos, y reitera que lo relevante es cuando se llega a un calce del diseño, una indescifrable paz con el proyecto. Esta afirmación contrasta en parte con sus publicaciones respecto a la arquitectura latinoamericana, donde realizó nutridos registros y clasificaciones conceptuales que contribuyeron significativamente a la historiografía contemporánea y la difusión profesional. Cuando le recordamos estos trabajos intentando conocer su visión actual, parece algo desencantado y plantea que continua vigente el dilema que sugería hace mas veinte años sobre las tensiones entre el espíritu del tiempo y espíritu del lugar. Sin embargo se entusiasma al hablar sobre sus “búsquedas” arquitectónicas, especialmente sobre la vegetación y la luz. Su interés por la geografía y los trazos reguladores parecen menos atendido. Explica con detalle los efectos de luz artificial y natural en su propia oficina, y se advierten interesantes experimentaciones, especialmente en la Capilla del Colegio Villa María. A su vez, la vegetación en fachadas y espacios intermedios que ha utilizado en viviendas y algunos edificios le han valido una notable reputación como ejemplo de arquitectura ecológica en el país y el continente. Especialmente por el primer edificio Consorcio que realizo en 1982 (con Borja Huidobro) en la ciudad de Santiago a pocas cuadras de su oficina. Logrando imprimir una novedosa imagen a un edificio de oficinas en altura (que la compañía adopto luego como símbolo gráfico), con colores cambiantes entre las estaciones producto de distintas plantas ornamentales acomodadas en enrejados metálicos que cubren las fachadas, pero que exigen bastante trabajo manual, y contrastan con los sofisticados materiales y costosas instalaciones del edificio. Browne se enorgullece de la vista ajardinada que se logra desde las oficinas (y que muestra en su propio despacho). En el edificio de Concepción volvió a utilizar esta estrategia, aunque con entramados de madera y otras especies que no han tenido mucho crecimiento. De hecho prácticamente no se distingue la escasa vegetación existente, aunque las fachadas y vistas interiores quedan bien matizadas con el entramado. Estos elementos protectores de las fachadas sobre los volúmenes de los recintos, son particularmente explicados de manera gráfica en los artículos que exponen la obra.
Las publicaciones de Paneles Arauco presentan a su vez distintos croquis de José Cruz que explican la distribución interior de las oficinas y vistas de los pasillos. Planteando gráficamente que las salas de reuniones se agrupan al centro con formas curvas para crear un anillo de circulaciones que extienda las distancias recorribles. Con el fin de equiparar la magnitud de la planta industrial y otorgar una “autonomía del interior”. Aunque al visitarlo se advierte desde el espacio de entrada un eje de circulaciones lineal con una iluminación final que compite con los muros curvos y luces cenitales, sin reconocer prontamente el recorrido perimetral. Plantea la necesidad de crear una presencia a partir del “espesor de su vacío interno construido por la proximidad que otorga el tacto”. Lo que fortalece con las oficinas en el borde y los ingresos desfasados de las circulaciones. Estableciendo de este modo una deambular que, según sus palabras, “multiplique el espacio y cree la infinitud”. Diversos dibujos detallan los ingresos de luz por la techumbre y las formas cóncavas y convexas de los muros, con notas sobre sus cualidades sensibles. Este detallado estudio de la experiencia espacial, parece arraigado en la observación fenomenológica legada por Carlos Alberto Cruz y la Escuela de Valparaíso. Lo que se advierte en el uso de similares bocetos manuales (y el mismo estilo gráfico) que ha caracterizado a este grupo (distante de los dibujos rigurosos de Barcelona o Santiago). Como también en el sentido trascendente de la propuesta arquitectónica, que recuerda las enfáticas declaraciones de “no cambiar la vida, sino cambiar de vida” de la Escuela de Valparaíso. Lo que Cruz Ovalle asume con cierto cariz profético y trasfondo espiritual, sustentada en su fe religiosa.
El trabajo de Browne parece mas vinculado a los círculos profesionales e institucionales, en un muro de la oficina luce una treintena de portadas de revistas de todo el mundo en que han publicado sus proyectos y mantiene una presencia frecuente en las acciones gremiales, aunque siempre con una postura distintiva y un grupo de trabajo reducido para su relevante prestigio. Asegura mantener una estrecha relación con los ingenieros especialistas y un cuidado por la elección de los materiales, que se advierte en las obras. Sin embargo la fundamentación de haber elegido madera y revestimientos metálicos para el Edificio de Concepción, parece algo ligera, ya que plantea que son materiales del lugar y nombra un par de empresas de la zona. Cuando en la reunión le indicamos que la ciudad se caracteriza mayormente por un hormigón algo mohoso, y que la madera y el metal son trabajados de una manera distinta a como están utilizados en el edificio, se coloca algo incomodo. Mas aun por su énfasis en el estudio del terreno, la cultura local y cada proyecto como respuesta individual. Sin embargo indudablemente la modos de utilización de esos materiales constituyen un aporte novedoso a la ciudad y se combinan con otros detalles notables en las escaleras, entradas de luz, soluciones estructurales, etc., que revelan su experiencia y capacidad profesional en obras de magnitud y complejidad.
Cruz parece indiferente a la realidad material de sus proyectos, prácticamente no menciona las características constructivas de sus obras. Cuando le recordamos esto, reconoce su extensa formación técnica y dedicación a resolver las especificaciones e incluso aspectos estructurales, por lo que le parece evidente e innecesario explicar estos temas. Pasando por alto por ejemplo la hábil resolución estructural de Paneles Arauco que logra la libertad interior y lucarnas por una techumbre metálica escondida y soportada en delicados pilares independientes. Como también la evidente condición de la madera, aunque menciona acertadamente la situación luminosa, que logra en virtud de las superficies “lo suavemente sombreado mas nunca lo sombrío”. En todo caso Cruz insiste mucho en su trabajo escultórico paralelo, donde se permite “consumar el espacio”, estudiando la forma y su sustentabilidad a través de la experimentación directa con los materiales. Aunque reconoce su diferencia con la arquitectura, que debe servir la vida y sujetarse a diversas restricciones, en este sentido plantea una actitud receptiva frente a las condiciones de cada encargo, indicando que “no hay circunstancia desfavorable” y todas pueden recogerse en el proyecto.
Intentando escudriñar sus referencias contemporáneas curiosamente ambos arquitectos coinciden en los autores que mencionan. En primer lugar, las obras de Frank Ghery como destacado ejemplo internacional, aunque con ácidas criticas por su exotismo formal y escasa teorización, probablemente mas como fenómeno gremial que como tendencia conceptual. También ambos afirman admirar los edificios del portugués Alvaro Siza, con elogiosas palabras sobre su proporción espacial y limpieza material. Eisenman es comentado al pasar por Browne, y Cruz afirma haber estudiado en detalle sus textos valorando su profundidad teórica, pero que lo ve distante de la arquitectura.
Ya es noche al terminar la entrevista con Cruz, la despedida fue larga, deambulando en la oficina a oscuras y comentando anécdotas personales. Salimos a la calle con la ansiedad del creador, del compromiso con la realización, de la intima comunión con la obra. Caminando sin saber donde ir. La reunión con Browne también culmino distendida, exponiendo detalles de su oficina, mostrando la multitud de maquetas de sus proyectos, presentando a sus colaboradores. A plena luz del día, satisfechos del trabajo realizado, de la vasta producción arquitectónica. Luego fuimos a comer a un restaurante cercano.
Conclusiones:
Esta revisión de dos obras y posturas de dos arquitectos nacionales advierte diferentes aproximaciones y ciertas distancias entre el pensamiento y la realización. Sin embargo en ambos casos se reconoce una formulación detallada de los edificios, considerando diversos aspectos que se integran en una resolución apropiada a sus condiciones, a partir de relevantes experiencias profesionales. Lo que se aleja del apresurado planteamiento circunstancial que se suele mencionar en las publicaciones de las obras y en la formación de proyectos. Estableciendo conceptos específicos de diseño, mas que divagaciones retóricas o pragmatismos indiferentes, reconociendo una cultura y compromiso arquitectónico en el desarrollo de los proyectos. Aunque evidentemente con distintas direcciones de trabajo.
En Paneles Arauco, el anonimato y curiosidad de la obra expresan cierto desinterés por las condiciones sociales, que subyace en la postura abstraída de Cruz. La cual se concentra en la acción sensible de las formas y espacios, que se reconoce en este edificio, en una situación particular (las circulaciones interiores) que impregna toda la obra. Otorgando una coherencia general, pero también alguna aleatoriedad. Sin embargo, la cuidadosa atención por los desplazamientos y miradas genera una significativa experiencia espacial que recupera el sentido profundo de la arquitectura.
En el edificio Consorcio de Concepción el impacto de la altura y las terminaciones novedosas parecen alejadas de los conceptos principales pretendidos por Browne. Aunque es indudablemente la preocupación por el lugar y la singularidad profesional que inducen estas propiedades del edificio. Incluso la búsqueda de la vegetación en las fachadas y los efectos de la luz, generan el tejido exterior y los deslizamientos volumétricos, que contribuyen al desarrollo arquitectónico local.
Se advierte en ambos voluntades particulares que favorecen la distinción de los edificios, pero debilitan algo su ocupación. Como una necesidad de establecer un estilo personal de proyecto, aunque se reniegue su relevancia, pero que surge como explicación de la obra y del propio modo de trabajo. Con divergencias y sustentado en preferencias individuales, parece como una labor excesiva para el trabajo profesional que debe recurrir mas a conocimientos generales que a elaboraciones especificas. En esto se reconoce el énfasis prevaleciente en la condición creativa, en que la situación del lugar y el encargo aparecen como mediador o inflexión del creador. En un medio profesional impregnado de un arrogante sentido de “autor” (proveniente del renacimiento y exacerbado por la actual cultura de los medios), curiosamente contrapuesto con las argumentaciones oficiales de las obras, que suelen sustentarse en condiciones propias del sitio y programa. Con un privilegio a la condición de proyecto mas que la obra en sí misma. En este sentido lo mas relevante de estas posturas es su atención esmerada a condiciones arquitectónicas sustanciales, pero cierta indiferencia a la realidad general.
En ambas obras se reconoce la recurrencia a materias centrales en la definición arquitectónica, formas que establecen a condiciones espaciales, de luz, materiales y de percepción humana. Además de considerar inevitablemente como propios del trabajo profesional los aspectos urbanos o de localización, climatológicos, estructurales, funcionales, etc. Es decir, un repertorio de requerimientos arquitectónicos, enlazados y jerarquizados, que constituye un sustrato profesional común, interrelacionado con la individualidad del creador y la obra.
La esquina del Consorcio, y toda la ciudad, ha adquirido indudablemente una nueva jerarquía, y los oficinistas han obtenido una mejor imagen comercial y un buen lugar de trabajo que ha sido otorgado por el trabajo del arquitecto. En Paneles se ha obtenido un ambiente agradable y apropiado, que enorgullece y enaltece a sus ocupantes, a partir del particular itinerario de proyecto efectuado por el arquitecto. De modo que ambas obras y los esfuerzos de estos profesionales reflejan una valiosa dedicación y compromiso proyectual, que constituyen indudablemente un ejemplo de formación. En que la personalidad creativa aparece como la expresión sublime del conocimiento general y sentido de la disciplina.

Agradecimientos

Esta trabajo forma parte de la investigación DIUBB 720.1 La Teoría de la Obra, y ha sido realizada con el apoyo del Departamento de Diseño y Teoría de la Arquitectura de la Universidad del Bío-Bío. Se agradece también la valiosa colaboración de los arquitectos Enrique Browne y José Cruz Ovalle.
Bibliografía:
LAMAS, Josefina; “Edificio Consorcio en Concepción: Identidad Urbana”, Revista BIT, Nº42, Mayo 2005, pg. 70-75
CS; “Green Screen”, Architectural Review, Julio 2005, pg. 77-79
AA.VV., “Edificio CNS Concepción”, Revista CA,
BROWNE, Enrique; “Casas y Escritos”, Taller América, Santiago, 1989.
BROWNE, Enrique; “Otra Arquitectura en América Latina”, Ed. Gustavo Gili, México, 1988.
CRISPIANI, Alejandro (ed.) “Aproximaciones: de la arquitectura al detalle”, “José Cruz. Fragmento, simultaneidad y totalidad”, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 2001.
LIERNUR, Francisco; “Industrias. Obras de arquitectos chilenos contemporáneos”, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 1998.
BENETT, Elizabeth y CRISPIANI, Alejandro (eds.) “José Cruz Ovalle. Hacia una nueva abstracción”, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 2004.

Publicado originalmente en Revista Interpretar Arquitetura Nº10, Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil, 2007

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