domingo, 24 de noviembre de 2013

La Gestación del Proyecto






¿Cómo se origina el proyecto arquitectónico? ¿Qué determina esencialmente el diseño? ¿A qué obedecen sus formas y condiciones? Estas preguntas parecen tan sustanciales como difusas. Constituyen una capacidad central de la profesión de arquitecto y por ende, el aprendizaje principal de su formación. Pero parecen cubiertas por algún velo de misterio o aleatoriedad. Probablemente debido a la complejidad técnica, cultural y artística de la disciplina, como también a la diversidad creativa. Pero una actividad profesional que ha alcanzado un rol relevante en el desarrollo social, evidentemente posee un sustrato de principios compartidos. Sin embargo permanecen mayormente ocultos por una faceta discrecional. Lo que parece relevante esclarecer, especialmente en los ámbitos educacionales y sociales, porque estas condiciones se relacionan con los procesos, y también, los valores del diseño.

En la Antigüedad (hasta bien entrado el Renacimiento), la gestación arquitectónica mas formal o institucional seguía preceptos reguladores explícitos, de hecho había escasa conciencia del proyecto (aunque evidentemente diversas interpretaciones y evoluciones culturales). Es el Racionalismo (y la expansión de la sociedad) la que motiva una reflexión sobre la resolución del diseño total, despertando diversas condiciones y posibilidades. En el Modernismo, al cuestionar muchos presunciones vigentes, se enfatiza un planteamiento conceptual e individual de la obra, resurgiendo principios renacentistas de coherencia, autoría y creatividad. Las tendencias posteriores han remarcado la situación del lugar y contexto cultural del proyecto, y por ende involucrando mayores definiciones particulares.

También es innegable que el conocimiento arquitectónico en la actualidad esta influenciado mayormente por revistas que exhiben obras individuales y exóticas, con un título conceptual que puede haber originado la creciente convicción que existe un sentido único y global que gobierna (y explica) la totalidad del diseño de un edificio. De este modo es usual hoy en día, especialmente en las escuelas de arquitectura, escuchar preguntar acerca de la «idea», «principio», «fundamento» o «concepto» del proyecto. Algunos más pragmáticos mencionan el «partido general», los «antecedentes», «objetivos» o «decisiones» que definen el diseño; otros más difusos se refieren a la «cualidad», «valor poético», «metáfora» o eventual «aporte» de la obra.

Este sentido gestor del proyecto es escasamente aclarado, y muchas veces voluntarioso, aceptado como una postura original al arbitrio del creador (y por tanto, que no se puede cuestionar porque es una decisión personal y privativa, solo se puede revisar su aplicación), pero que implica una desatención u oscurecimiento de valores comunes. Incluso estas posturas están cada vez menos diferenciadas por estilos, tendencias, tipologías, situaciones geográficas o culturales, sino guiadas por preferencias individuales, muchas veces poco explicitadas, escasamente elaboradas o incluso desarrolladas posteriormente al diseño. Aunque debemos reconocer que esta definición configura significativamente (aunque no totalmente) la calidad del proyecto, su capacidad de resolver los requerimientos y congeniar de manera integrada los diferentes aspectos involucrados.

Sin embargo para los estudiantes resulta desconcertante que las obras profesionales, escasamente revelan algún principio global, sino más bien, parecen supeditarse a leyes de mercado o costumbres formales. Ocasionalmente algún arquitecto describe su obra y menciona conceptos, a veces sin explicar como se aplican en el proyecto, o sin criticar o asumir otras consideraciones posibles. Por lo que este requerimiento de fundamento general de la obra aparece como un extravagante recurso propio de la formación, como una manía de escuela, para impulsar la creatividad y coherencia (lo que no deja de ser cierto, pero debilita un análisis más profundo de principios generales de la disciplina).

Estableciendo casi una dicotomía entre la formación y la profesión, más aún entre la arquitectura admirada en las escuelas (de revistas) y la arquitectura requerida socialmente, provocando un distanciamiento del público y de las necesidades culturales. Este articulo intenta dilucidar parte del dilema, revisando la gestación proyectual de dos obras nacionales contemporáneas destacadas y realizadas por connotados arquitectos. Con el fin de esclarecer al menos un par de posturas cercanas y relevantes, que sirvan de alguna reflexión en el tema. Para esta revisión se analizaron las descripciones publicadas de cada proyecto, visitando las obras involucradas y otros proyectos de los mismos arquitectos, entrevistando a los autores y usuarios, revisando sus textos y contextos profesionales, además de múltiples discusiones internas.

Consorcio-Concepción de Enrique Browne y Paneles Arauco de José Cruz Ovalle

Revista de Arquitectura, Santiago, pp.95-99, 2007.

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