jueves, 16 de julio de 2020

Subversión



La arquitectura surge normalmente por la necesidad de acoger una función, una actividad. Pero esta condición (simplificada por el modernismo como la "forma sigue a la función") es bastante más compleja de lo que parece, con aspectos ergonómicos, sociales, culturales, simbólicos, entre otros. Tanto así, que no suele ser enseñado, ni detallado mayormente, en las escuelas de arquitectura, ni en los tratados o manuales; pero insistentemente mencionado como un requisito esencial, que los edificios deben ser "funcionales". De hecho, reconocemos un edificio, de acuerdo al tipo de función que se le atribuye (una iglesia, unas oficinas, una casa, etc), y nos incomoda cuando se distancian de sus rasgos convencionales (no parece ser lo que dicen que es).

Esto parece suceder con el Centro Cívico en el barrio Boca Sur de Concepción, diseñado por Smiljan Radic (con la colaboración de  Eduardo Castillo, Alejandro Beals, Danilo Lazcano y Patricio Alvarado). Un centro distanciado de toda área urbana, y de los conjuntos poblacionales, con una plaza introvertida, escasamente ocupada, interrumpida por elementos inexplicables, con mesas desperdigadas sin sillas, canchas y juegos abandonados, circulaciones sin destino, escaleras sin entradas, colores inusuales, con pabellones misteriosos (y recientemente, con techumbres filtradas). Parece una ironía o una provocación; o quizás una singular apuesta por el futuro, por la transformación, por la generación de un mito en las nuevas generaciones, por otras nuevas actividades. En una subversión de los supuestos y condiciones arquitectónicas.









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